El universo de las tartas saladas es apasionante. Acompañadas de una buena ensalada, solucionan una cena en un santiamén, son perfectas para llevar a un picnic o para completar una mesa de bufet. Admiten todo tipo de rellenos y combinaciones, adaptándose a gustos y dietas diversas. Se diferencian de las «quiche» francesas en el relleno, llevando estas huevo y nata líquida entre sus ingredientes.
Esta tarta salada de puerro, patata y queso Gorgonzola es apta para vegetarianos, aunque seguro que quienes no lo son también caen rendidos a sus pies. Su elaboración es sencilla, sobre todo si se usa masa quebrada pre elaborada. Aunque invirtiendo unos minutos extra y preparando la masa en casa, la textura y el sabor que se consiguen son inigualables, y el resultado conjunto gana mucho con ello.
A pesar de no llevar huevo ni nata en su interior, resulta tremendamente cremosa. Las verduras y, sobre todo, la cremosidad del Gorgonzola Dolce son «las culpables» de conseguirlo.
Este queso italiano, cuyo nacimiento data de la Edad Media, alrededor del año 1007, hace tiempo que traspasó fronteras y, entre otros países, cautivó a Alemania, Francia e Inglaterra, donde el queso Gorgonzola es históricamente apreciado. Se cuenta que Winston Churchill lo adoraba y que, después de convertirse en Primer Ministro, llegó a marcar con un círculo rojo la zona de producción del queso Gorgonzola en el mapa para evitar que los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial destruyeran las queseras donde se producía su queso favorito.
Ingredientes
- 140 g de queso Gorgonzola Dolce
- 10 g de mantequilla
- 10 g de aceite de oliva virgen extra
- 1 puerro
- 3 ramas de tomillo fresco, solo las hojas
- 3 patatas
- 50 g de nueces
- 2 láminas rectangulares de masa quebrada
- 1 huevo
- Sal
- Pimienta negra molida
Dificultad
Media
Tiempo de elaboración
45 minutos
Tiempo de cocción
25 minutos
Cómo se hace la tarta salada de puerro, patata y gorgonzola: paso a paso fácil y rápido
Preparamos las verduras
Pelamos las patatas, las cortamos en pequeños dados (como de 1 centímetro de lado) y las semi-cocemos en una cacerola con abundante agua salada durante, aproximadamente, 8-10 minutos. El tiempo dependerá del tipo de patata y del tamaño de los dados. La idea es que no estén hechas del todo, sino que queden ligeramente firmes en su interior y se terminen de cocer en el horno. Cuando las patatas tengan este punto, las escurrimos y reservamos.
Retiramos la parte verde del puerro y nos quedamos solo con la blanca. Cortamos por la mitad, a lo largo y lavamos a conciencia para retirar posibles restos de tierra. Escurrimos y secamos bien antes de picar en finas tiras.
Arrancamos con el relleno
Calentamos la mantequilla y el aceite en una sartén, a fuego bajo. Añadimos el puerro picado y las hojas de tomillo fresco. Si no tenemos tomillo fresco, lo podemos sustituir por media cucharadita del seco. Salpimentamos y pochamos durante 10-12 minutos o hasta que esté tierno.
Retiramos la sartén del fuego e incorporamos los dados de patata semi-cocidos y las nueces picadas.
Ajustamos el punto de sal y pimienta y dejamos que el relleno se enfríe por completo antes de proceder a montar la tarta. De no ser así, el calor de las verduras podría estropear la masa quebrada.
Forramos el molde
Cubrimos un molde para tarta con base desmoldable con una de las láminas de masa quebrada, retirando el sobrante de los laterales. Lo haremos con cuidado para no romper la masa, que se maneja mucho mejor en frío y conviene guardar en la nevera hasta el momento de usar. Si tenemos uno de forma redonda, también lo podemos usar, aunque para estas cantidades de ingredientes conviene que no supere los 22 centímetros de diámetro.
Rellenamos con las verduras y el queso
Inmediatamente después, extendemos el relleno frío sobre la masa, que quede bien repartido.
Cortamos el queso Gorgonzola en dados y los colocamos por toda la superficie. Igual que ocurre con la masa quebrada, guardamos en queso en la nevera y solo lo sacamos cuando lo vayamos a utilizar, para que sea más manejable.
Terminamos en montaje
Extendemos la segunda lámina de masa quebrada sobre la encimera y cortamos en tiras de un centímetro de ancho, ayudándonos de un cuchillo afilado o un cortador de pizzas.
Colocamos las tiras sobre el relleno formando un enrejado y las pincelamos con huevo batido, que aporta un brillo y color especial a la tarta una vez horneada.
Horneamos la tarta
Introducimos la tarta sobre una bandeja metálica colocada en la parte inferior del horno y cocemos a 180 ºC, con calor arriba y abajo en horno precalentado, durante 20-30 minutos o hasta que la masa de la superficie esté dorada.
Retiramos del horno y colocamos más dados de queso Gorgonzola en la superficie, dejando que se fundan con el calor residual.
Desmoldamos y servimos
Esperamos a que se enfríe ligeramente antes de desmoldar y servir, ya sea inmediatamente, en caliente, o más reposada, en frío.
Cómo pasar de tarta salada aceptable a otra espectacular
Hacer una tarta salada aceptable es algo sencillo, pero que nos quede espectacular otro cantar. Sin embargo nada es imposible y con nuestros consejos y trucos el éxito está garantizado. Solo hay que ponerlos en práctica, dar un poco de mimo al proceso y ¡voilá!, de nuestro horno saldrá la tarta salada más maravillosa jamás vista.
1. La masa, mejor casera
Una buena tarta salada comienza por elaborar nuestra propia masa. Hay muchas recetas de masa quebrada, unas llevan huevo, otras no. Lo importante es encontrar una receta que nos funcione y adoptarla para siempre. Las masas quebradas comerciales están bien para sacarnos de apuros, pero se quedan años luz de las caseras, en cuya elaboración no se tarda más de cinco minutos. Eso sí, luego hay que dejar que endurezca un poco en la nevera para que se pueda manipular con facilidad.
2. Relleno: en el equilibrio está la clave
Encontrar el equilibrio en el relleno es importante para que ninguno de los ingredientes elegidos destaque en exceso sobre el resto. Además de verduras, las tartas saladas se pueden rellenar de pescado, carne, marisco, setas, etc. Si usamos ingredientes de temporada, algo especialmente importante en el caso de las verduras, además de conseguir resultados más sabrosos, nos ahorraremos unos euros en la cesta de la compra.
3. Condimentos para un toque de distinción
Existen productos que son auténticas bombas de sabor y cuya presencia es capaz de elevar nuestras recetas a otro nivel. Una finísima capa de mostaza extendida sobre la base de la masa quebrada, el uso de especias (pimienta, curry, comino, pimentón, ajo molido…) en el relleno o la incorporación de hierbas (eneldo, tomillo, romero, orégano o albahaca) a la masa son algunos de los trucos que siempre funcionan.
4. Una cuestión de buen queso
Añadir queso al relleno aporta un plus de sabor que no se alcanza de otra manera. Sobre todo si nos decantamos por usar Gorgonzola, que funde a la perfección y da como resultado un relleno más cremoso. Podemos extender una fina capa por toda la base y cubrirla con el relleno elegido o cortarlo en dados y repartirlo por la superficie. La presencia del queso es más sutil con la primera fórmula, que se nota en cada bocado. Mientras que la segunda garantiza una explosión de sabor en la boca cuando alguno de los dados entra en contacto con el paladar.